Arlindo Machado ocupa la primera parte del libro a hacer un recorrido por el lenguaje cinematográfico y sus formas narrativas. En esta parte, nos habla de los cambios en las formas de mirar respecto del punto de vista que usaban los pintores renacentistas, de la multiplicidad de la mirada o ubicuidad en el cine, de la cámara subjetiva que obliga al espectador a identificarse con un personaje, de la contraposición de miradas a través de la técnica campo/contracampo, haciendo alusión al sujeto-objeto, nos habla de escopofilia o voyeurismo, de la proyección del espectador en el texto fílmico, de la importancia de lo sonoro y otros elementos con los que el autor crea la diégesis y facilitando al espectador su proyección en la historia.
Los nuevos medios heredan un sin fín de elementos de los anteriores, (Lev Manovich, 2001), por lo que Arlindo aprovecha esta parte de su libro para crear una base que sustente y a la vez sirve para comparar con los elementos propios de la siguiente parte: EL SUJETO EN EL CIBERESPACIO. En esta segunda parte Arlindo nos expone las características propias de este nuevo espectador. Por lo tanto aunque hilado y relacionado con lo anterior nos enseña ahora un espectador nuevo que camina hacia nuevas posibilidades y experiencias perceptivas donde su papel es cada vez más importante y decisivo, y que cambia enormemente su forma de relación con el mundo.
El recorrido lo hace en 9 capítulos. El primero, la automatización del sujeto, mediado por la máquina, que elige participa e inventa dando lugar a un clon digital para el que surgen nuevas enunciaciones digitales. El segundo, el demiurgo y robot, habla de un espectador libre ante nuevas posibilidades creativas, omnipotente, creador de realidades paralelas completas y complejas a través de enormes dosis de interactividad no posibles en momentos anteriores. Ahora nada está escrito a priori, todo es posible mediante altas dosis de incertidumbre y fantasía, el espectador es capaz de todo. El capítulo cuarto habla de la inmersión, como un Alicia a través del espejo, realidad y ficción, o mejor dicho realidad física y virtual conviven como un desdoblamiento de la primera y del yo, físico e inmaterial. Realidad virtual, realidad aumentada, realidades para experimentar como los bichos de Lygia Clark, un arte para jugar, todo a tiempo real. El siguiente capítulo, las técnicas del observador, hace referencia a los cambios perceptivos derivados de ello. El sexto, de regrese a la caverna, realiza un símil con la teoría de Platón sobre la caverna, la imagen y su doble, el mundo sensible y el mundo ideal. En el siguiente, el surgimiento del cuerpo, habla de cómo la percepción está mediatizada por aspectos como la atención, selección de determinados estímulos, del poder de los medios antiguos para duplicar, de cómo han sabido simular lo real a través de la iconización de los indicios. En este sentido conviene saber que Pierce diferencia el signo en función de la relación que tiene con lo que representa: indicio, icóno y símbolo. Nos alude a la corporización de la percepción, ya no solo es el ojo el que percibe sino que todos sentidos y están implicados, a modo de experiencia total en el ciberespacio. “Los nuevos medios han modificado nuestro concepto de imagen porque transformaron al espectador en un usuario activo”. (Manovich, 2001: en Machado, 2009). En el anteúltimo capitulo retoma el concepto de inmersión, y finalmente en nuevas figuras de la subjetividad, propone al espectador como un telenómada en una red sináptica, que explora ya no los límites de una realidad virtual sino una mixta donde la física y la virtual se entremezclan como un híbrido, que hace muy difícil la separación entre el sujeto real, su objeto de mirada o la propia imagen...
Machado, A. (2009): El sujeto en la pantalla. La aventura del espectador. Del deseo a la acción. Ed. Gedisa. Barcelona.
martes, 19 de abril de 2011
EL SUJETO EN LA PANTALLA. SEGUNDA PARTE.
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